Cómo inyectarse a sí mismo

Estar sano es el estado ideal del ser humano. La salud no solo se trata de un estado físico, sino también de uno mental y emocional. De ahí que, quienes se sienten enfermos, deban acudir al médico por su propio bienestar, a fin de recuperar su salud.

Pero, para conseguir los resultados deseados, no solo es importante acudir al médico para recibir un diagnóstico, también se deben seguir, al pie de la letra, las instrucciones y recomendaciones que te den, de lo contrario, el malestar seguirá persistiendo.

Por lo general, cuando acudimos al médico, este sigue un procedimiento de rutina. Puede que mida tu presión arterial, te pese, te mida, puede que use su estetoscopio para monitorear los latidos de tu corazón, etc. Luego de tener la certeza de lo que te está pasando, tal vez te coloque una dieta o ciertos medicamentos que debes tomar.

Algunos de estos medicamentos se administran de diferentes formas. Por ejemplo, oralmente, de uso tópico, de forma intramuscular o intravenosa. En esos últimos casos, es probable que requieras de la ayuda de alguien más para poder cumplir con tu tratamiento.

Sin embargo, en determinados momentos, tal vez te encuentres solo o no consigas quién sepa inyectarte. También puede suceder que la persona no te inspira confianza o, cada vez que te inyecta, te duele mucho. En vista de eso, te vendría muy bien saber cómo inyectarte a ti mismo.

¿Te parece práctica esta idea? Probablemente sí. Incluso, puede ser considerado como un acto de supervivencia, ya que, en algunas ocasiones extremas, tu vida pudiera depender de ello. Entonces, ¿cómo lo puedes hacer? ¿Qué necesitas para lograrlo con éxito? ¿Cuáles son algunas de las recomendaciones que debes seguir? En este breve post, te estaré ayudando a contestar, estas y otras interrogantes, relacionadas con el tema.

Instrucciones para inyectarte a sí mismo

La inyección es una de las formas de administración de medicamentos más efectiva que existe, ya que esto garantiza la disponibilidad completa de los medicamentos y por un tiempo mucho más prolongado. Sin embargo, a fin de evitarse daños y complicaciones, debe hacerse de manera segura.

Las inyecciones deben colocarse con la ayuda de otras personas. Pero, si por fuerza mayor, debes hacerlo tú mismo, este es el procedimiento que debes seguir, a la hora de hacerlo por vía intramuscular:

  1. Usando tu imaginación, dibuja una cruz en tu glúteo, con el propósito de obtener cuatro cuadrantes. Una vez que lo hayas hecho, el sitio seguro para aplicar la inyección es en el cuadrante superior externo. Tú puedes escoger si lo haces del lado izquierdo o el derecho de cada glúteo.
  2. Es de vital importancia que te asegures de hacerlo en ese cuadrante, ya que es el único del que se tiene seguridad de que no contiene nervios. En los otros cuadrantes siempre existe la posibilidad de lesionar algún nervio, siendo el más importante el nervio ciático, el cual puede causar una parálisis parcial o total de la pierna. Incluso, esta parálisis pudiera llegar a ser permanente.
  3. Luego que hayas ubicado el lugar correcto para inyectarte, limpia la zona con un algodón humedecido con alcohol, haciendo movimientos circulares.
  4. Introduce la aguja tenido cuidado de que el ojal quede hacia abajo y entre primero.
  5. Cuando hayas introducido la aguja por completo, vierte el líquido en el músculo y retira la aguja. Mientras lo haces, rota la jeringa 360 grados.
  6. Esto se hace con la finalidad de impedir que el líquido salga por el orificio. Con esta acción de rotación, te aseguras de cerrar el canal de inyección por sí mismo. Este procedimiento no es para nada doloroso. Por ello, no debes tener miedo.
  7. En el momento en que retires la aguja, limpia nuevamente la zona, pero sin presionar ni hacer masajes, ya que esto puede causar dolor o el encapsulamiento del medicamento.

¿Que necesitas para inyectarte a sí mismo?

Con la finalidad de que realices un procedimiento limpio, es fundamental que tengas a la mano los siguientes materiales:

  • Algodón limpio y esterilizado.
  • Alcohol para heridas.
  • Una jeringa de inyección que sea nueva. Es decir, que esté en su paquete original y que no haya sido usada anteriormente.
  • El medicamento que te vas a inyectar.

Por supuesto, como es natural, también necesitas preparar dicho medicamento. Este procedimiento consiste en lo siguiente:

  • Si se trata de un medicamento ya preparado, introduce la aguja en el centro del tapón de la ampolla.
  • Inclina el frasco del medicamento unos 25 grados.
  • Luego, procede a succionar el líquido asegurándote de no tocar el fondo del recipiente.
  • Cuando hayas succionado todo el líquido, retira la jeringa del recipiente y coloca el agua hacia arriba. Presiona el dispensador, con la finalidad de dejar libre todo el aire que haya quedado dentro de la inyectadora, y ¡listo!

En caso de que el medicamento se trate de una preparación, solo tienes que mezclar el polvo con el líquido. Esto lo puedes hacer al extraer el líquido de la solución e introducirlo en donde se encuentra el polvo. Mezcla hasta que el polvo se haya disuelto por completo y extrae, con la jeringa, la mezcla homogénea y ¡listo!

Ten en cuenta que este tipo de soluciones suelen ser dolorosas, a la hora de administrarse. Por eso, procura que el procedimiento sea rápido para que pueda dolerte menos.

Consejos para inyectarte a sí mismo

En caso de que te cueste un poco o te sientas muy nervioso, puedes mirarte al espejo mientras llevas a cabo el procedimiento. Esto te dará mayor seguridad y control a la hora de inyectarte.

Al momento de comprar la jeringa, asegúrate de que tenga la capacidad suficiente para contener todo el medicamento que te vas a inyectar.

Antes de proceder a inyectarte, como medida de preparación e higiene, limpia la parte de arriba del bote con algodón y un poco de alcohol. Esta medida te será de utilidad siempre, pero, en especial, en estos tiempos de pandemia.

Relaja el músculo del glúteo. Respira antes de introducir la aguja. Si estás tenso, el músculo se comprime y la experiencia será más traumática y dolorosa. Además, corres el riesgo de que la aguja se rompa dentro del glúteo.

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