Cómo son los Síntomas de la Neumonía

Cuando una persona sufre los síntomas de la neumonía, presenta un cuadro específico respiratorio y de afectación en las vías aéreas bajas. Esto se traduce en tos, fiebre, expectoración, dolor torácico pleurítico...En casos más graves, dificultad respiratoria, sudoración o aumento del ritmo cardíaco.

Además, también se puede verificar la existencia de esta enfermedad, comprobando si el paciente emite sonidos durante la inspiración y espiración. El uso del fonendoscopio es vital para confirmar  sospechas. No obstante, en el caso de personas mayores con bajos niveles del sistema inmunológico, la detención de los síntomas de neumonía se hace más difícil. Suele existir incluso ausencia de fiebre.

De hecho, se hace imprescindible en la mayoría de casos, el uso de radiografía del tórax para establecer un diagnóstico, pero también se debe recurrir a otras pruebas para averiguar el tipo de gérmenes han causado la neumonía, así como se hace imprescindibles para tener una idea más clara del nivel de riesgo y si es necesario el ingreso hospitalario.

Uno de los síntomas de neumonía que más alerta causa, es la fiebre continuada por encima de los 38,5º. Pero cuando se alcanzan esos niveles debemos advertir que la evolución de la enfermedad ya ha superado los dos días.

Análisis de los síntomas de la neumonía

Todavía en el siglo XXI, la neumonía es una de las enfermedades que más ingresos hospitalarios produce. Tanto bacterias como virus de la gripe o varicela, puede activar esta enfermedad fácilmente, pudiendo producir un cuadro clínico crítico en menos de 48 horas donde los primeros síntomas que aparecen son escalofríos y fiebre, junto a tos productiva, y dolor torácico, tal como comentamos al principio. Estas dolencias pueden ir acompañadas de tos seca, taquicardia, malestar general, agitación, dolores de cabeza, musculares y articulares, e incluso alteraciones de conciencia o gastrointestinales. Aunque estos dos últimos síntomas son propios de la neumonía producida por la Legionella o Mycoplasma.

Todos ellos son causados por la inflamación de los alvéolos pulmonares. Siendo la principal causa de contagio, la aspiración de microorganismos por lo que también es importante el análisis de la ubicación geográfica del paciente, el lugar de trabajo, domicilio (conocer las condiciones que se dan en su vida) y cualquier otro factor que pueda arrojar luz. Así como realizar distintas pruebas que detecten el tipo de germen causante de la neumonía. Sin olvidar que lo prioritario es comenzar a realizar el tratamiento lo antes posible.

No hay que olvidar que muchas personas llevan los gérmenes y las bacterias en la nariz sin llegar a enfermar, pero a través de la tos o del contacto directo puede contagiarlo a otras personas, sobre todo si tiene un sistema inmunológico más débil. Nuestras vías respiratorias tienen mecanismos de defensa para evitar que las bacterias lleguen al pulmón como la tos. Pero además la presencia de linfocitos, neutrófilos, macrófagos y anticuerpos también ayudan a nuestros pulmones a mantenerse alejado de infecciones. También los gérmenes pueden provenir de otras partes de nuestro organismo, alcanzando fácilmente al pulmón mediante la circulación sanguínea.

Los síntomas de la neumonía en niños

Cuando esta enfermedad se produce en niños y en adolescentes normalmente es causada por micoplasma, denominada neumonía atípica. Es muy fácil diagnosticar gracias a la existencia de síntomas específicos como dolor de garganta, dolor de cabeza, además de la existencia sarpullido. Aunque en bebés es causada por la clamidia, que causa conjuntivitis y otros síntomas leves.

Los pediatras además de realizar una radiografía de tórax también suelen apoyarse para realizar el diagnostico, en análisis de sangre. Aunque también deberá determinar distintos factores antes de ofrecer el mejor tratamiento. Por ejemplo, es de vital importancia conocer si la neumonía es de origen bacteriano ya que requerirá antibiótico.

La tos de uno de los síntomas que más tarde desaparece. Incluso puede llegar a empeorar y prolongarse algunas semanas después de la recuperación, ya que es el medio por el cual el niño expulsa la mucosidad.

Los síntomas de la neumonía en Ancianos

El principal problema  en ancianos reside en la dificultar para detectar los síntomas de la neumonía ya que no suelen presentar fiebre. Algo que es más complicado si cabe cuando también padecen otras enfermedades al mismo tiempo. Pero lo más importante es que hay que advertir que esta enfermedad puede ser mortal en personas mayores de 84 años con una tasa de mortalidad que varía de 30% a 70%.

Siendo muy importante hay que mencionar que existe un alto porcentaje de contagio de la neumonía en los hospitales. Aunque no es el único factor de riesgo, ya que la neumonía también puede deberse al tabaquismo, alcoholismo, exceso de peso, diabetes mellitus, enfermedad renal, enfermedad pulmonar crónica…

Síntomas según los tipos de neumonía

  • Neumonía neumocócica o estafilocócica. Este tipo es el más corriente y suele producirse sobre todo en invierno y en personas de mayor edad. Los síntomas más frecuentes son un comienzo abrupto y escalofríos.
  • Neumonía causada por bacilos gramnegativos. Es menos frecuente y puede darse en ancianos, lactantes, paciente inmunosuprimidos o debilitados. Los síntomas más comunes son una bronconeumonía que puede causar mortalidad.
  • Neumonía por Haemophilus influenzae. Una neumonía bacteriana cuyo síntoma principal es una bronconeumonía, al igual que en otras infecciones bacterianas.
  • Neumonía por legionella, muy relacionada con el tabaquismo o abuso del alcohol ofrece síntomas muy concretos como una primera fase prodrómica parecía a la gripe, malestar generar, fiebre alta, cefalea, mialgias y en ocasiones diarrea.
  • Neumonía por mycoplasma. Esta neumonía se propaga de forma más lenta y especialmente en colegios. Los primeros síntomas que aparecen recuerdan a la gripe, dolor de garganta, tos seca… A medida que avanza la enfermedad los síntomas van agravándose.
  • Neumonía por clamidia. Es uno de los casos más graves y requiere hospitalización. Los principales síntomas son faringitis, bronquitis y neumonitis, sobre todo en niños mayores y adolescentes.
  • Neumonía vírica. Se produce cuando los virus invaden el epitelio bronquiolar, produciendo su principal síntoma, la bronquitis. Aunque también aparece fiebre, cefalea, mialgias y tos, con esputo mucopurulento.
  • Neumonía por Pneumocystis carinii. Se da en personas con defensas bajas, también en pacientes con tumores hematológicos o con VIH, en procesos linfoproliferativos y en tratamientos de quimioterapia. Sus principales síntomas son fiebre, disnea y tos seca.

Preguntas frecuentes sobre la neumonía

¿Existe alguna forma de prevenir esta enfermedad?

Aunque la principal forma de prevención es la vacuna, también existen otras medidas que podemos poner en práctica. Por ejemplo, el simple hecho de lavarse las manos puede ayudar a evitar el contagio de neumonía.

¿Existen enfermedades que puede agravarse con los síntomas de la neumonía?

Sin duda la neumonía puede ser llegar a ser un problema muy importante en personas que padecen otras enfermedades como leucemia, linfomas, hepatitis crónicas…

¿Los niños y mayores son grupos con mayor riesgo?

Por supuesto, tanto niños menores de un año como personas mayores a partir de los 60, se consideran grupos de mayor riesgo por su especial sensibilidad a las enfermedades infecciosas. Teniendo presente que el sistema inmunológico de una persona adulta no responde tan rápido como la de un joven. Por ello se aconseja la vacunación en niños y adultos sobre todo a medida que se envejece. En muchos casos, la vacunación puede ser la principal diferencia entre la vida y la muerte.

¿Pueden existir efectos secundarios con la vacuna de neumonía?

Solo puede presentar algún efecto secundario sin importancia ya que estas vacunas tienen un perfil de seguridad muy aceptable.

¿Cuánto tiempo puede permanecer hospitalizada una persona que sufre neumonía grave?

Lógicamente el tiempo de hospitalización es más largo en mayores de 60 años, pudiendo pasar incluso hasta varios meses para su completa recuperación. Aunque, nada más esté controlada la enfermedad, se puede seguir el tratamiento en casa. Hay que advertir que la neumonía es una enfermedad grave y nunca hay que subestimarla.

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